Cuando decir que no es lo más amable que podemos hacer

(Por Jamie Khoo. Traducción de Natalia Rodriguez.)

Mi yo más joven quería ser amiga de toooodo el mundo. Quería caerle bien a todos, o al menos estar “bien” con todos. Odiaba causar desilusión, o desagrado, o enojo a cualquier persona. Al final, esto significaba que la única persona que siempre terminaba desilusionada, molesta o enojada era yo. Era agotador.

Pero, un día – uno de esos días en los que estaba absolutamente agotada y harta – una amiga me hizo esta dura pregunta: “¿Sos tu mejor versión cuando estás con todas esas personas y hacés todas esas cosas?”

Esa pregunta disparó algo brillante, una pequeña chispa en una habitación a oscuras, y la respuesta llegó inmediatamente: por supuesto que no era mi mejor yo; estaba demasiado vaciada y cansada para serlo. Fue una revolución para mí darme cuenta de que mucho de lo que hacía estaba de hecho obstaculizándome ser mi verdadero yo. Había gastado tanto tiempo y energía preocupándome sobre cómo mantener a todos contentos, que no me quedaba nada para mí misma. No estaba expandiendo mis horizontes, no estaba desarrollando las cosas que me apasionaban ni ampliando ninguna de las buenas cualidades que tenía la suerte de tener… Estaba simplemente ahí, flotando sobre la meseta más ancha y chata que existiera simplemente para llegar al final de cada día segura de que todos a mi alrededor estuvieran contentos conmigo (o al menos, no estuvieran molestos o decepcionados).

La misma amiga me señaló luego otra segunda dura verdad (no se midió mucho con las palabras aquella tarde): que aunque yo estuviera siendo “agradable” y “amable” con todos, respondiendo a todos los pedidos de ayuda, ofreciéndome como voluntaria para todo y nunca diciendo que no a nada, en realidad estaba siendo bastante deshonesta con ello. Y eso no tenía nada de amable.

Momento. ¿Deshonesta? ¡Pero si yo tan solo quería que todos estuvieran contentos! ¿Cómo podía ser eso deshonesto?

Sin embargo, ella tenía razón. Yo estaba accediendo a todas esas cosas y diciendo que sí a todos los pedidos, pero luego me sentía resentida, cansada y reticente. Porque como esas cosas no eran necesariamente cosas que yo personalmente quisiera hacer, y esas personas no siempre eran gente cercana a la que yo amara, mucho de lo que hacía lo hacía en forma desganada, incluso con algo de enojo. Me metía en esas cosas – tareas, pedidos de ayuda, amistades – con un celo enorme por agradar pero en el fondo lo que sentía era disgusto, enojo o profunda indiferencia. La verdad que me golpeó más duramente fue darme cuenta de que en realidad la mayoría de las veces, ni siquiera me importaba lo que estaba haciendo.  

A pesar de todo lo que trataba de ser agradable, en realidad lo que hacía no servía mucho para nadie, y menos aún para mí misma. Por mucho que me sintiera como una campeona por hacer tantas cosas y ser amiga de tanta gente, nada de eso me hacía sentir más yo. De hecho, a veces me hacía sentir menos; por momentos notaba que me había convertido en una sombra triste, oprimida, de la persona que era.

Tenía que cambiar lo que estaba haciendo porque era simplemente demasiado agotador seguir así. Desde entonces – y fue un largo, largo camino – aprendí a decir que no con cuidado y gentilmente a todo aquello que me hiciera sentir que estaba negándome a mí misma. Con eso quiero decir, todo aquello que me hiciera menos capaz de ser quien soy, o que me llevara en direcciones que realmente no disfrutara o con las que me sintiera incómoda.

Esto puede ser desde algo tan simple como elegir no meterme en alguna conversación, hasta algo más complejo como dejar de contactarme con personas que estuvieran mostrándose demasiado demandantes o que se movieran por caminos demasiado opuestos al mío. Puede significar decir que no directamente frente a un pedido; o más sutilmente, eligiendo con más criterio en quiénes invertir mi tiempo y energía.

A veces digo que no a todas las invitaciones sociales y me quedo en casa todo el fin de semana, solamente yo y mis tazas de té – sabiendo que esto también está perfectamente bien y es amable y honesto para todos, incluso para las personas a las que les dije que no. Está bien porque estos son los días en los que me reconstruyo, en que recargo mis baterías mentales, emocionales y espirituales y vuelvo con mi potencial al máximo. Está bien porque sé que cuando decida volver a interactuar, lo haré con la cabeza suficientemente despejada para elegir rodearme de las situaciones y las personas que me suman, que me elevan y que me ayudan a ser la mejor versión de mí misma, en cualquier circunstancia que sea.

“Agradar a la gente” se ha convertido en el flagelo de nuestra sensibilidad moderna. Por supuesto que es importante ser sensibles, conscientes y tan amables como podamos con la gente a nuestro alrededor, pero si intentar complacer todas las demandas con nuestro tiempo y energía restringe nuestro crecimiento, nos ahoga el espíritu y nos desgasta, no nos estamos brindando a los demás en forma honesta ni completa de todos modos. Lo que damos es parcial, quizás es incluso de mala gana y en forma distraída, y ¿qué tanto sirve eso para los demás de todos modos? ¿Cuánto podemos dar – a los demás y a nosotros mismos - si nosotros mismos nos estamos quedando vacíos?

A veces, aprendí, lo más amable que podemos hacer es decir que no, dar un paso atrás, y disfrutar sin vergüenza del descanso y la calma que necesitamos para nosotros mismos, recargarnos y recalibrarnos. Entonces, cuando digamos que sí, será un sí real, sincero, empático. Elegiremos deliberadamente dedicar nuestro tiempo a aquello que nos energiza, que nos permite brindarnos con lo mejor que tenemos, que nos llena, que nos hace sentir más plenos y dichosos, y viviremos la vida con más entusiasmo y curiosidad.

Entonces sabremos que cuando decimos que sí, es realmente algo bueno para nosotros, para nuestro crecimiento, claridad y paz mental. Y que nos hará ser la versión más sincera, completa y brillante de nosotros mismos; que estaremos ofreciendo lo mejor que tenemos a las personas con las que elijamos pasar nuestro tiempo.

Y eso… eso es verdaderamente amable.

 

(Nota original en: https://www.calm.com/mindfulness-tips/relax/jrlzrphfpb74c23bk2sbnb96snhp29)

Comentarios

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario