Qué es realmente la ansiedad, porque es más que “sólo preocuparse”

(Texto original de Kirsten Corley. Traducción de Natalia Rodriguez.)

Ansiedad son las noches sin poder dormir, dando vueltas en la cama. Es tu cerebro nunca pudiendo apagarse. Son los pensamientos que no podés parar de pensar antes de dormirte y tus peores miedos convirtiéndose en realidad en tus sueños y pesadillas.

Es despertarte cansada aun cuando tu día recién ha empezado.

Ansiedad es aprender a funcionar deprivada de sueño porque estuviste hasta las dos de la mañana sólo para poder cerrar los ojos.

Es cada mensaje que te hace preguntarte “¿cómo le digo esto correctamente?”. Es ese segundo o tercer mensaje que mandás después por las dudas, por si te equivocaste. Es responder a cada mensaje que recibís vergonzosamente rápido.

Ansiedad es el tiempo que perdés esperando una respuesta, mientras que por tu cabeza pasan vertiginosamente diversos escenarios sobre qué estará pensando la otra persona, o si se habrá enojado.

Ansiedad es ese mensaje sin respuesta que te mata por dentro, incluso cuando te decís a vos misma que  “a lo mejor está ocupado”, o “seguro me contesta luego.”

Ansiedad es esa voz crítica que dice “¿y si te está ignorando deliberadamente?”. Es creerte cualquier escenario negativo que aparezca en tu cabeza.

Ansiedad es esperar. Es sentir que siempre estás esperando.

Son las conclusiones equivocadas que sacás mientras tu mente divaga, y con las cuales no podés hacer más que seguirles el hilo destructivo hasta el final.

Ansiedad es disculparte por cosas de las que ni siquiera deberías estarte disculpando.

Ansiedad es dudar todo el tiempo de vos misma, que te falte la confianza en vos y a la vez, en todos los que te rodean.

Ansiedad es estar excesivamente alerta de todo y de todos. Tanto, que podés darte cuenta de si hay un pequeño cambio en alguien solamente por su tono de voz o su elección de palabras.

Ansiedad es arruinar relaciones antes de que siquiera empiecen. Es eso que te dice “estás equivocada, no le gustás, te va a dejar”. Entonces saltás a conclusiones y terminás arruinándolo.

Ansiedad es un estado constante de preocupación y pánico y estar al límite. Es cada uno de esos temores irracionales.

Es pensar demasiado y que todo te importe demasiado. Porque la raíz de la ansiedad es esa: es que las cosas te importan.

Es sudor en las manos y palpitaciones. Pero en el afuera nadie lo ve. Es parecer calmada y tranquila y sonriente, mientras que debajo de esa fachada sucede todo lo contrario.

Ansiedad es el arte de engañar a la gente que  no te conoce. Y para la gente que te conoce, es una constante seguidilla de frases de tipo “no te preocupes” o “estás sobreanalizando” o “tratá de relajarte”.  Es que tus amigos escuchen las conclusiones que sacás y no logren entender cómo llegaste hasta ahí. Pero aun así están ahí, tratando de apoyarte, mientras las cosas pasan de mal a peor dentro de tu cabeza.

Ansiedad es tratar de arreglar lo que ni siquiera es un problema.

Es la corriente de cuestionamientos que te hacen dudar de vos misma.

“¿Cerré la puerta antes de irme?”

“¿Apagué el horno?”

“¿Dejé la planchita enchufada?”

Es volver atrás solamente para volver a chequearlo.

Ansiedad es la incomodidad en una fiesta, porque sentís que todos los ojos están puestos en vos y nadie te quiere ahí. Ansiedad es ese trago extra que tenés que tomarte para sentir que finalmente te estás relajando. Es despertarte al otro día con resaca, llena de arrepentimiento y preguntándote qué le habrás dicho a quién, y si le debés una disculpa a alguien.

Ansiedad es sobrecompensar y estar todo el tiempo intentando satisfacer a los demás.

Ansiedad es llegar siempre puntual a todas partes, porque la idea de llegar tarde te pondría los pelos de punta.

Ansiedad es miedo a fracasar y esforzarte por ser perfecta. Y luego castigarte cuando no llegás a serlo.

Es siempre necesitar un horario y un plan.

Ansiedad es esa voz dentro de tu cabeza que te dice “vas a fallar”.

Es tratar de superar las expectativas de los demás, incluso si tenés que matarte para lograrlo. Ansiedad es tomar más de lo que podés manejar, solamente para estar ocupada y no sobrepensar tanto todo.

Ansiedad es procrastinar, porque el miedo a fallar te paraliza, así que nunca comenzás.

Son todos esos detonadores que te hacen estallar.

Es derrumbarte en privado y llorar cuando te sentís sobrepasada, pero nadie va a ver nunca esa parte tuya. Ansiedad es levantarte y volver a intentar, porque lo único peor que caer ante los demás es caer ante vos misma y ante tus propios demonios.

Es esa voz utra crítica que te dice “la cagaste”, o “deberías sentirte muy mal por esto”.

Ansiedad es el deseo y la necesidad de controlar las cosas, porque sentís que esto se te escapa de control y tenés que aprender a vivir con ello.

Pero principalmente, ansiedad es que te las cosas te importen. Es nunca querer herir los sentimientos de los demás. Es nunca querer hacer algo mal. Mas qué nada, es el deseo y la necesidad de que te quieran y te acepten. Lo cual, a veces, te lleva a esforzarte demasiado.

Y cuando eventualmente te encontrás con personas que empiezan a entender, ellas te ayudan a atravesarla. Ahí es cuando te das cuenta de que, incluso si esta es una batalla que debés librar todos los días… no es necesario que la enfrentes sola.